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Dolores Santiago, presidenta de Romi

Dolores Santiago: «Sufro triple discriminación: soy mujer, gitana y pobre»

La presidenta reivindica el feminismo gitano y la lucha desde su cultura

Fragmento de la entrevista a Dolores Santiago en Romi (València)/ Veu Diversa

Dolores Santiago  - o Loles, como le gusta que le llamen - es la presidenta de Romi, la asociación de mujeres gitanas de València. Es mujer, gitana y persona en situación de exclusión social, y llegó a la organización con un claro objetivo: que la sociedad viera a través de sus ojos. Comenzó como mediadora social en lo que era una asociación formada por personas de edad avanzada y en su mayoría no gitanas, y pasó a encabezarla para representar a las mujeres de su comunidad; para ella es importante contar la realidad gitana desde dentro. Loles fue la pieza clave para la renovación de Romi.

 

Calle Villanueva Castellón, Marxalenes, València. La asociación Romi se encuentra en un bajo del barrio valenciano. Dolores está dentro del local, junto a su equipo de trabajo, minutos antes de la entrevista. En una habitación pequeña cuenta su historia frente a la cámara, que deja constancia de su realidad a través de sus palabras. 

 

«Nosotras nos vemos bien y creemos lo que somos: valientes y que podemos llegar donde queramos». Dolores denuncia la visión errónea que existe acerca de la mujer gitana en la sociedad: una mujer pasiva que siempre está en su casa obedeciendo al marido. La mujer gitana tiene un papel «imprescindible»  y es  «la cabeza pensante en su familia», afirma Loles. En su caso personal, asegura ser «muy ama de casa» debido a su cultura, pero también a su voluntad. Asimismo, la entrevistada desmiente la relación directa entre la comunidad gitana y la violencia de género: «La violencia de género está ahí. En los telediarios se abre siempre con un asesinato machista y la mayoría no son gitanos». 

 

Un feminismo diverso e inclusivo, que no deje de lado a las mujeres gitanas. Loles incide en la libertad de cada mujer para escoger el feminismo desde su realidad:  «No voy a llegar a una gitana desde otro tipo de feminismo que no es el nuestro, debo ir desde sus creencias y costumbres, sin olvidar nuestra cultura». Santiago reivindica la necesidad de respetar la forma en la que lucha cada mujer:  «Yo no soy menos feminista que la mujer que sale a manifestarse con el pecho fuera, ella es libre de hacer lo que quiera, pero yo también».

 

Ser una mujer gitana es ser una mujer como cualquier otra y, en el caso de Dolores, es una lucha triple: «Yo sufro una triple discriminación: por ser mujer, gitana y por estar en exclusión social y pobreza». Las mujeres de la comunidad, desde su cultura, son promotoras del cambio social y luchan por tener su lugar en la sociedad:  «Al final todas luchamos por lo mismo: nuestros derechos. No hay diferencia». 

 

La cámara deja de grabar. El testimonio de Loles está recogido en quince minutos de entrevista. Una realidad que perdurará en el tiempo para ser el reflejo de aquellas niñas gitanas que luchan por ser las mujeres que quieran ser. 

 

 

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Marina Fugardo, Marina Pérez, Dolores Santiago y Paula María en Romi (València) / Veu Diversa
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